A principios del siglo XX, el censo de población reveló que 7 de cada 10 campesinos chilenos eran analfabetos. Si bien la instrucción de adultos venía siendo una preocupación ya desde fines del siglo XIX, no fue sino hasta la década de 1920 que se emprendieron las primeras iniciativas dirigidas a solucionar el problema en la población rural. Dichas medidas se enfocaron inicialmente solo en la lectoescritura, para luego ampliarse también a lo social y a lo político.
El analfabetismo: enemigo nacional
Los gobiernos de los radicales Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) y Juan Antonio Ríos (1941-1946) fueron los primeros en abordar el analfabetismo específicamente en el campesinado. La solución se concibió desde dos perspectivas: por un lado, como una cruzada cívica, apelando a la contribución voluntaria de la ciudadanía al esfuerzo nacional por disminuir el número de analfabetos; por otro, a partir de una mirada pedagógica contextualizada, que subrayaba la importancia de incluir elementos de la realidad sociocultural del campesino a la hora de instruirlo.
Algunas de aquellas iniciativas fueron criticadas por no lograr una transformación efectiva de la situación del campesinado. En vista de ello, algunos diputados propusieron en 1951 una campaña estatal para disminuir el porcentaje de analfabetos en el país. Basada en el concepto de “educación fundamental” promovido por la Unesco desde fines de la década de 1940, la iniciativa fue aprobada en 1954 y conocida como “Campaña Extraordinaria de Alfabetización Popular”.
Más allá de la alfabetización
El gobierno de Frei Montalva abordó la educación de adultos como una preocupación intersectorial. En particular, al interior del Ministerio de Educación se creó la Jefatura de Planes Extraordinarios de Educación de Adultos –específica para dicho ámbito– y se adoptó el método psicosocial del pedagogo brasileño Paulo Freire. Paralelamente, con el imperativo de modernizar la estructura productiva del país, la reforma agraria promovió un concepto integral de educación campesina –siempre en la línea de la educación fundamental–.
Implementados durante las décadas de 1950 y 1960, tales esfuerzos lograron su propósito de disminuir las tasas de analfabetismo. Según las cifras entregadas por el Censo de Población y Vivienda, 665362 personas se declaraban analfabetas en 1970, lo cual correspondía a un 10,2 % del total de la población del país.aquí el texto central de la colección digital. Recuerde que debe escribirlo en Word para evitar faltas de ortografía, y luego pasarlo por el bloc de notas para borrar el código basura antes de copiarlo en este formulario.
Descarga el artículo completo “‘La enseñanza mecánica de la lectura y escritura es esfuerzo perdido’. Iniciativas de alfabetización y políticas de educación de adultos campesinos en Chile, 1920-1970”, por Camila Pérez.