La consolidación de la educación en la vida cotidiana de la comunidad, fue fundamental para concretar el proyecto modernizador de la oligarquía de principios del siglo XX. Por medio de la escuela, se aspiraba a la formación de ciudadanos patriotas y civilizados, destinados a formar parte de la elite gobernante o de la mano de obra de la naciente nación (Orellana, 2009:32).
La institucionalización de la educación incluyó normar y estructurar la vida cotidiana de docentes y alumnos.
Se articuló una cultura escolar con sus hábitos, ritos, objetos e identidad propia. Para esto fue necesario:
- Introducción de la campana para regular horarios y pausas dentro de la escuela, y del reloj para uniformar las horas de clases de cada asignatura (1850). El Estado normó así el orden espacial y temporal de los centros educativos.
- En las escuelas normales los aprendices se educaron en la importancia de jerarquizar roles al interior de la sala de clases y diferenciar el ámbito familiar del escolar.
- Se introdujo mobiliario exclusivo para modelar comportamientos y posturas adecuadas en los alumnos.
- Realización de actividades escolares para el reconocimiento entre pares desde fines del siglo XIX.
Estas medidas normaron la vida escolar y forman parte del recuerdo de los estudiantes y de su paso por las aulas.
El Museo de la Educación guarda dentro de sus colecciones diversos banderines, medallas e insignias de Liceos y Escuelas Normales, que rememoran la etapa estudiantil como una fase relevante de la trayectoria biográfica de los educandos.
Estos objetos de recuerdo fueron testimonio de:
- Término de un grado por un determinado curso.
- Finalización de la etapa escolar de una generación.
- Elaboración de banderines de regalo por parte de alumnos a sus profesores al término del año.